Juana es un personaje extraño, a pesar de sus observaciones, con las cuales es fácil identificarnos. ¿Es, tal vez, por la honestidad de su aproximación, la misma que preferimos evitarnos incluso en la intimidad del pensamiento?
El proceso de las ideas no siempre tiene estructura; en una especie de caos espacio-tiempo suceden en un espiral que bien puede retraerse en sí mismo o elevarse hacia el infinito. Así, Juana (como nosotros) pasa de una observación a la otra, en saltos gramaticales, con frases y pensamientos aparentemente a medio terminar, en una asociación constante (¿aleatoria?) y sin embargo siempre encuentra lugar de sobra para el lirismo (al contrario de nosotros). No recuerdo otro libro con el mismo tratamiento (ni similar) de las divagaciones a las que nos entregamos, particularmente en cuanto a la forma.
Lispector dirá cosas como: "Al final, ¿qué importa más: vivir o saber que se está viviendo?" o "Por eso la poesía de los poetas que sufrieron es dulce y tierna, mientras que la de los otros, la de aquellos que de nada se vieron privados, es ardorosa y rebelde." Son frases en apariencia simples pero encierran en sí mismas el germen de un pensamiento complejo que daría para un maravilloso ensayo (filosófico o literario, usted elija), o un debate sobre verdades en la sobremesa con los amigos, o una última idea antes de quedarnos dormidos. Digamos, por ejemplo:
"No veo locura en el deseo de morder estrellas. (...) Si el brillo de las estrellas duele en mí, si es posible esta comunicación distante, es porque alguna cosa semejante a una estrella ha de estremece dentro de mí."
O bien:
"Pero si digo, por ejemplo: flores encima de la tumba, de repente surge una cosa que no existía antes de que yo pensara flores encima de la tumba. Y con la música, lo mismo. ¿Por qué no tocaba sola todas la músicas que existían? — Miraba el piano abierto — allí estaban contenidas todas las músicas..."
O bien:
"Pero si digo, por ejemplo: flores encima de la tumba, de repente surge una cosa que no existía antes de que yo pensara flores encima de la tumba. Y con la música, lo mismo. ¿Por qué no tocaba sola todas la músicas que existían? — Miraba el piano abierto — allí estaban contenidas todas las músicas..."
A mí el lirismo y el sentido de estos planteamientos platónicos (qué fue primero, el pensamiento o la palabra) me causaron mayor impresión que el divagar de Juana por la vida, su absurda situación tras la muerte del padre, el internado, el profesor, la tía con sus senos asfixiantes, Octavio, Lidia, el callejón concreto y el abstracto. Me pareció lo de menos. Casi me asusta confesar que me encontré enredada en el ovillo mental de Juana, más que ocupada en el desenvolvimiento de los acontecimientos.
Las citas a Spinoza con respecto al amor intelectual de Dios, su perfección y la naturaleza moral de los milagros me dejaron con ganas de investigación, yo que ando buscando al pajarito mandón. En cuanto a Lispector, después de este abreboca no me queda sino hacer una cita obligatoria con La pasión según G.H., ¡y pronto!